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jueves, 4 de agosto de 2011

Suena complejo, distinto. Quizás cada una de las personas que lo escuche podría pensar cosas diferentes. Pero lo cierto es que yo sólo pienso en ti al escucharla. A eso es a lo que llamo realidad.
Nunca he sido buena para los finales felices; es algo que nunca me enseñaron. Pero también puedo decir que no se me dan bien los principios sencillos, los intermedios normales, las sonrisas repetitivas. Eso es a lo que yo llamo realidad.
Todos, todos tenemos sueños. Algunos más que otros, otros más grandes, más lejanos, cercanos, increíbles, imposibles, creativos, originales... El problema que esos sueños siempre están mucho más altos que nuestras expectativas, nuestra planificada forma de vida. ¿Y qué es de aquello que yace 800 metros por debajo de todo intento de la perfección? A eso es a lo que yo llamo realidad.
Pero no te confundas, realidad no es igual a rutina, realidad no es igual a aburrimiento. Realidad es amor, y no el que sientes a tres metros sobre el cielo, sino el que aprecias dentro de tu corazón, circulando lentamente por tus venas. Realidad es agobio, es necesidad de algo que te calme, son lágrimas contadas por el tiempo. Realidad son ganas de abrazar, cuando la mayoría quedan reprimidas. Realidad es música, pero no aquella que suena por tus auriculares ni de fondo cuando vas por la calle, no, es aquella música que eres capaz de conventir para adaptarla a cada una de tus emociones. Realidad es todo aquello que deseas decir cuando sólo eres capaz de exhalar un suspiro confuso.
Realidad eres tú, y todo lo que has sentido al leer esto. Ve acostumbrandote a no entenderlo, la realidad es así.

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