THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES

viernes, 2 de septiembre de 2011


Ayer la observé mientras caminaba por la acera, sin pararse a mirar los escaparates. Se mordía las uñas, cosa que me extrañó bastante. Agachaba la cabeza cada vez que alguien pasaba por su lado. No tenía prisa, parecía no ir a ningún sitio. Pero, al mismo tiempo, parecía que se dirigía a todos lados.
Las pulseras le caían pesadamente sobre las muñecas, como si se las hubiera puesto para sufrir. De vez en cuando creí distinguir algo de humedad en sus ojos, pero no puedo asegurarlo.
El sol empezaba a descender cuando ella se paró en seco enfrente de una cafetería. Parecía mirar al vacío, descubriendo algo en sus recuerdos que no debería haber tocado. Bajó las manos lentamente y las transformó en puños titubeantes, que parecían temblar de miedo. Aunque no pudiera verlo con claridad, sabía que estaba apretando los dientes, siempre lo hacía.
Varias chicas de la cafetería se quedaron mirándola alarmadas, preguntándose si deberían o no ayudarla de alguna manera.
Ella cerró los ojos por un momento, y yo pensé que iba a estallar por fin, que estaba debatiendo consigo misma si aquello era bueno de verdad. Pero no lo hizo.
Sacó un pequeño paquete envuelto de su bolso y lo colocó en su regazo. Una falsa sonrisa apareció con esfuerzo justo debajo de su nariz. Avanzó un paso lentamente, como si tuviera dudas. Por un momento creí que se daría la vuelta y me vería, que se alejaría del dolor de una vez por todas. Pero no lo hizo.
Un hombre castaño y con la piel oscura sonreía con picardía delante de la cafetería, mientras ella se acercaba a su mesa y le daba un ligero beso en los labios.
Sé que ese hombre le hacía daño; también recuerdo las veces en las que ella me dijo que le necesitaba para ser feliz.

Sé que no tenía razón, pero nunca pude hacer que se diera cuenta

0 pensamientos: